Amamantar no tiene que ser doloroso

Amamantar a los hijos representa uno de los mejores instantes de la vida. Sin embargo, dar pecho puede convertirse en un momento de dolor, si los senos o pezones de la madre se encuentran congestionados, irritados o con grietas.

Hay tantas mamás primerizas que se quejan de dolor en los pezones que uno piensa que este sufrimiento es una parte normal de la lactancia y que simplemente hay que aguantarlo. No es cierto.

Es normal sentir un dolorcito o sensibilidad inicial en los primeros segundos cuando el bebé agarra el pecho. Lo que no es normal, ni necesario, es sentir un dolor que dura toda o casi toda la toma.

El dolor te podría llegar poco a poco, en especial si estás tomando analgésicos durante los días siguientes al parto. O tal vez estás muy concentrada en alimentar a tu bebé y piensas que te acostumbrarás al malestar, o que este pasará.

Trata de identificar el tipo de dolor que sientes y busca una asesora en lactancia a la primera señal de incomodidad. Si ignoras el dolor, tus pezones se podrían agrietar y sangrar y el dolor aumentará.

Algunas mujeres dejan de dar el pecho a sus bebés antes de tiempo por el dolor en los pezones, sin embargo, unos pequeños ajustes que te permitirán seguir amamantando cómodamente y no dudes consultarle a tu Ginecóloga(o).

Los Ginecólogos en Guadalajara creen que es debido a una colocación incorrecta del bebé en el pecho. Este es un problema común que el bebé no agarre una porción suficientemente grande del pecho. Lo ideal es que su boquita cubra la mayor cantidad posible del círculo oscuro que rodea al pezón (la areola). Si cuando tu bebé deja el pecho notas que el pezón tiene la forma de un lápiz labial nuevo, o si ves una raya o borde que cruza el pezón por en medio, eso significa que tu bebé necesita agarrar una parte más grande de la areola

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